A veces me sorprendo sobre la atención que ponen
algunos periodistas y sociólogos en lo obvio, tanto como que haya dispuesto
tiempo para escribir mi perspectiva sobre el artículo “The crisis under the
ink.”[1] En
general estoy de acuerdo con el artículo, sobre todo lo que corresponde a la
modernidad y la identidad, a los tatuajes como referentes personales y como parte
de la narrativa individual, aunque pensaba que eran cosas bastante obvias que se
pueden esperar del “hacerse un tatuaje.” Me parecía que era obvio que al
hacerse un tatuaje una persona espere sea permanente, se convierta en parte de
la historia individual y que todo este proceso hoy en día este cargado de una significación
para cada individuo que nunca antes en la historia tuvo.[2]
Por otro lado no me convencen del todo los argumentos con
respecto a la búsqueda de estabilidad y la diferencia para construir su
identidad de los tatuados frente a los “lienzos en blanco.” Como en el mismo
artículo lo explica, los componentes de la identidad de todos los individuos
son los mismos, es decir, todos necesitan anclas en sus vidas y cada uno de
nosotros necesitamos de un mito personal que sostenga nuestra identidad,
algunos lo resolverán de una manera y otros de alguna otra, pero no veo mucha
diferencia entre los que se tatúan y los que no lo hacen. Tampoco veo que sea
“mejor” o señal de que no hay “crisis de identidad” si alguien utiliza la
religión, el trabajo o incluso objetos materiales, en lugar de alguien que usa
el tatuaje para afianzar su propia identidad. Así es que me cuesta trabajo
encontrar el punto de estas afirmaciones.
Otra cosa que definitivamente no me convence es el
tratar de relacionar la práctica del tatuaje con la caracterización de una
generación, los millenial[3] en
el artículo se establece que el 40% de
los tatuados se encuentran en este grupo, es como querer ver el vaso medio
lleno. ¿Estadísticamente es o no es significativo? Cuando sólo el 20% de la
población total se tatúa y el 60% de individuos con tatuajes pertenecen a
diferentes generaciones. Por supuesto además sería mucho menos aplicable al
contexto mexicano, (el artículo no lo hace, pero quizás algunas personas
creerán que sí, sobre todo porque he leído un par de artículos de la prensa
mexicana donde parecieran considerar que hay un equivalente generacional en
México) sería como calzarnos las zapatillas de Cenicienta siendo las
hermanastras, con esto no niego la enorme y amplia influencia de la cultura
norteamericana en nuestras vidas, tampoco menosprecio mi propia cultura. Sería
fabuloso que demógrafos mexicanos hicieran lo que hacen los del Population Reference Bureau[4]
y definieran tan detalladamente a las generaciones mexicanas, como hacen los norteamericanos
con las suyas. Pero vayamos por parte, discutamos dos ideas que no me
convencen del artículo.
La identidad que cambia, las
anclas y el mito personal.
¿Sí, la vida hoy en día es fragmentada y caótica, tanto que las personas
necesitan más que antes aferrarse a los recuerdos de quiénes son y esta es una
razón por la que los millenials se
tatúan?[5] Mi
abuela se aferraba a sus objetos, (de niña escuche muchas veces a mi abuelo quejarse
de los tiliches de mi abuela) y mi abuelo cuando ya no estuvo ella, a sus fotos,
(duraba horas mirándolas y me invitaba a verlas con él). Mi abuelo no estaba
interesado en la moda, usaba el mismo tipo de pantalones que había que
conseguir siempre en el mismo lugar. Su identidad personal y generacional estaba
seguro ligada a esas prendas. Creo que a él le bastaba su ropa tanto como su
rutina diaria para sentir que había una base o ancla en su vida, la cual le
ayudaba a sostener también su mito personal, pero seguro había días que no
bastaba usar sus pantalones favoritos. Los días que extrañaba más a mi abuela, seguro
no quería ni vestirse. Sería realmente muy difícil tratar de conocer hasta dónde
esta necesidad de mantener el recuerdo de quien se es, es completamente nueva,
y hasta dónde es cosa de los millennials y
en particular del subgrupo millenials
tatuados, pues para mi resulta universal.
MEMENTO DE CHRISTOPHER Y JONATHAN NOLAN
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Fuente: http://www.impawards.com/2001/posters/memento_ver2.jpg
http://www.richonfilm.com/files/images/memento12.jpg
Volvamos a hacer la misma pregunta sobre la búsqueda de estabilidad, me parece que es definitivamente algo moderno, “post-moderno” si se quiere, la búsqueda de referentes personales (de eso se trata la identidad que además siempre está en reconstrucción, algo así como una torre de jenga, es tan frágil o tan fuerte como la situación en que se encuentre, una persona que ha viajado tan sólo fuera de su región, ya no digamos a otro país, podrá decir lo avasallante que puede ser en el choque con los “otros,” la autodefinición) y el cuestionamiento constante sobre la propia identidad. Esto es lo que hace Chantal la protagonista de La Identidad, durante toda la novela, una de mis favoritas de Milan Kundera. Yo he sido Chantal muchas veces en mi vida, siempre me encuentro con la misma pregunta ¿Soy? ¿La que veo en el espejo o la que ven los demás? Sin duda tatuarse puede ser un referente personal, algo “permanente” en un mundo tan cambiante o en un “yo” tan cambiante. ¿Pero será la falta de estabilidad, esta búsqueda la que obliga a tatuarse, no será el rechazo a una supuesta estabilidad, la simple aceptación de que cambiamos todo el tiempo? ¿No te conviertes en participe de este cambio al tatuarte, al modificar tu cuerpo?
Le doy además otra lectura como mujer al asunto de los
tatuajes y las crisis de identidad. Toda mi vida he escuchado las mismas
palabras: como mujer no puedes, si eres mujer no puedes, no puedes ser
estudiante y madre, o profesionista y madre, no puede ser dos o más cosas ¡Tienes
que definirte! pero no pareciera venir esto de mi generación, sino de los que
están detrás de mí, no está dentro de mi cabeza, son las voces de afuera, pareciera
que si se es una cosa no se puede ser otra. Si consigues un tatuaje estas en
una crisis existencial, el resto del mundo no lo necesita, no sabes quién eres,
esa es la prueba, por lo tanto no puedes ser buena madre, no puedes ser un buen
profesionista ¿pero dejas de ser quien eres porque los demás te cataloguen? La
verdad es que no. Soy y además me hice un tatuaje. Para muchos el cuestionarse
representa un problema, una crisis, algo negativo. Pocos en cambio piensan en
la oportunidad, en el renovarse que resulta.
Es “razonable” que el tema del tatuaje se enfoque
hacia el concepto de identidad generacional, porque lo evidente es que es más
común ahora que en el pasado, y que se ligue prejuiciosamente hacia las áreas
más conflictivas o caóticas del presente: la virtualidad, la mercadotecnia, el
hedonismo y la individualización, pero yo tendría mucho cuidado en generalizar
todo esto, no todos se tatúan, ¿cierto? Y curiosamente que los “otros” no se
tatúen no es un problema para los que si lo hacen.
No conozco estadísticas, pero yo supongo que los
tatuajes han aumentado, en proporción, más entre las mujeres que entre los
hombres, y no sólo en las jóvenes, es probable que las “mamás”[7]
entre los 30 y 40 años se estén haciendo más tatuajes que antes, esto sería
para mi mucho más significativo. Yo pensaría para comenzar que las mujeres hoy
en día tienen más libertad sobre su propio cuerpo y menos que las mujeres no
saben ni quienes son en este mundo tan “vertiginoso” y por eso necesitan
tatuajes. A veces descubro tristemente que en las ciencias sociales se hacen
más juicios morales que ciencia. Se les olvida que hay una línea muy delgada
entre la subjetividad y los prejuicios personales y que deberían tener cuidado
con cruzarla. La prensa, por su parte, informa menos de lo que inunda los
espacios de lectura con ideas preconcebidas y convenientemente controversiales.
Solo sirven para distraer a las masas, para poner a unos frente a otros, los que
no se tatúan contra los que se tatúan. Divide y vencerás.
KLEIN, OPPENHEIM, SPENCER TUNICK, VALIE EXPORT Y SHIRIN NESHAT
Yves Klein y sus obras
tituladas “Antroprometrías” donde el cuerpo funcionaba como medio, como pincel;
Dennis Oppenheim en un performance “Transferencia en dos etapas” en 1971 con su
hijo y Spencer Tunick esta es una de las tantas convocatorias masivas donde los
cuerpos desnudos son ordenados para lograr composiciones que luego
son captadas por su cámara; Valie Export usando su propio cuerpo en su obra y Neshat
considerando su origen Iraní es una de las artistas más controversiales por el
contenido de sus mensajes feministas dibujados en rostros, brazos y manos.
https://artblart.files.wordpress.com/2011/01/02_between-here-and-there_valie-export_1976-sm.jpg
http://www.lespersiennes.com/wp-content/uploads/2015/02/Shirin-Neshat-%E2%80%93-Women-of-Allah.jpg
http://elgranotro.com/wp-content/uploads/2013/05/21.jpg
Más importante, para mí, además de las cuestiones de
género (la desinformación causada por los medios y la política en todo esto),
sería poner acento en otras ideas como el arte, el artista, el objeto-cuerpo
artístico, en general, en cuestiones sobre el cuerpo y la belleza, que han
cambiado mucho. No se trata para mí solo del cambio histórico en el ámbito
social de la “práctica del tatuaje,” es decir, al proceso de la individualización
de la experiencia colectiva (de la tribu o la pandilla a los sujetos) y la
transgresión del cuerpo con todos sus tabúes. Más allá de la experiencia
individual y el tatuaje como narrativa personal, está el performance, el
artista, y el cuerpo (a la vez que
instrumento, lienzo) que se unen para conformar una obra de arte viviente,
cambiante, en movimiento.
ALGUNAS TRADICIONES DEL TATUAJE (JAPONÉS, MAORÍ Y DE LA INDIA)
http://ist1-1.filesor.com/pimpandhost.com/3/6/3/4/36345/Z/t/q/N/ZtqN/m35a.jpg
Realmente no soy una experta en el arte del tatuaje (sólo
me he hecho uno, que sí cubre la mitad de mi espalda, quería una obra de arte
no una pegatina) tendría que dedicarle mucho tiempo, aunque merecido, en ello y
no tengo tanto, pues además de profesora, me encuentro haciendo -como dice una
amiga muy querida- un doctorado en maternidad. Así es que lamentablemente no
podría profundizar con ejemplos, pero basta observar un poco para darse cuenta
de que el tatuaje como arte, es bastante amplio y variado en sus temas, se
puede hablar de estilos y de artistas, de influencias, de desarrollo
instrumental, de técnicas y de materiales. Tiene además un desarrollo histórico
con raíces tradicionales muy antiguas y de muchas culturas que ha convergido con
el avance del arte contemporáneo, desde las antropometrías de Klein hasta las
fotografías de Spencer Tunick artistas que usan el cuerpo como instrumentos
para la realización de su obra, hasta los que utilizan su propio cuerpo como
obra-performance-acción de arte como Valie Export o Shirin Neshat.
EJEMPLOS DE OBRAS DE ARTE CONTEMPORÁNEO
http://culturacolectiva.com/wp-content/uploads/2014/04/slide_292379_2345742_free.jpeg
Algunos artistas del tatuaje logran obras conmovedoras
de extremada belleza y complejidad, otros son más racionales y directos pero no
menos impactantes con sus mensajes. Sobre los artistas del tatuaje además
podría decir que son los menos egocéntricos de todos, no les importa compartir
el lienzo, ni se apropian de él, quizás piensan que contribuyen a una obra más
grande, la libertad. Son los menos hipócritas y pretenciosos, les basta que el
“cliente salga satisfecho.” Como me dijo Richy (el artista que me pinto) “yo no
vendo estilos de vida, solo pinto lo que me piden.”
La galería y el museo ya no son los únicos que
resguardan las obras artísticas y la tela, el papel o el muro ya no son los
únicos soportes de la tinta de los mejores. La obra de arte se exhibe orgullosa
por las calles. Los individuos que se tatúan se convierten no sólo en una línea
del tiempo personal sino en una galería viviente.
PELICULA THE PILLOW BOOK DE PETER GREENAWAY
“Si Dios aprobaba su creación, traía cada modelo a
la vida, firmando su propio nombre”
http://i2.listal.com/image/442639/600full-the-pillow-book-poster.jpg
Finalmente cuando escucho la palabra tatuaje, pienso
en mi película favorita de todos los tiempos, The pillow book, el cuerpo sagrado es aún más sublime con el don de
la palabra. Poesía visual es esta película de Peter Greenaway, en ella cuenta
la historia de Nagiko, una joven mujer que rompe toda tradición para
encontrarse con ella misma. Es una bella metáfora sobre el cuerpo como un libro
donde se escribe la historia personal. Nagiko que había sido lienzo toda su
vida (donde su padre y los sucesos de su vida escribían) se transforma en
pincel, en escritora de su propia vida (de su propio libro de cabecera). Supongo
que me tomé el mensaje de Greenaway demasiado literal, pero si “otros” escriben
en mi piel (mis hijas han escrito un capítulo de mi vida con estrías y la
cicatriz de una cesárea) ¿por qué no he yo de escribir algunos otros capítulos
en mi cuerpo, en mi libro, mi historia?
[1] Chris Weller, “The crisis under de
ink,” The Atlantic online magazine. Nov, 25, 2014. http://www.theatlantic.com/health/archive/2014/11/the-identity-crisis-under-the-ink/382785/
[2] Weller, “The crisis….” Óp. cit.
[3] “The "millennial
generation" has been described as the most racially diverse cohort of
youth in the nation's history (USA). But a large number of millennials are also
echo boomers—children of those born during the baby boom from 1946 to 1964.
These echo boomers, who are mostly white, are now reaching adulthood and
changing the racial landscape in America's colleges and in the work force.” The
Pew Research Center, "The Millennials," accessed online at http://pewresearch.org/pubs/1437/millennials-profile,
on June 8, 2010. En Mark Mather. “The
Enduring Impact of the U.S. Baby Boom on Race and Ethnicity,” Population Reference Bureau, Junio, 2010.
http://www.prb.org/Publications/Articles/2010/usbabyboom.aspx
[4] Para los demógrafos y otros
investigadores de todo el mundo este instituto es un referente importante. Sobre
este centro de investigación dedicado a la población, la salud y el medio
ambiente puedes ver más en http://www.prb.org/About.aspx
[5] Contrastar con Weller, “The
crisis…” Óp. cit.
[6] Película de Christopher Nolan del
año 2000. Narra la historia de un hombre
que tiene un trastorno de la memoria y utiliza fotografías y tatuajes para
guiarse en su “caótica realidad.”
[7] No perdamos de vista, por una parte,
las diferencias generacionales entre EU y México (la edad del matrimonio y en
que se empieza a tener hijos) y por otra, hablo de mi percepción y de mi
experiencia personal como alguien que se tatúa después de los 30 años. Si
alguien posee estadísticas que lo contradigan no tengo ningún problema por
aceptar los hechos frente a lo que yo perciba.